LA
RAZÓN – Lima, 22 de mayo de 2024
HINCHAS
O VÁNDALOS Por
Antero Flores-Araoz
El
espectáculo de ver a las barras de dos importantísimos
clubes de futbol enfrentadas, pero no con vivas al equipo de su
preferencia, sino a golpes, patadas, puñetes e incluso
con armas, ha sido terrible. No contentos con la mutua
agresión, también lo hicieron con transeúntes
que nada tenían que hacer con el partido de futbol al que
nos referimos y, encima causaron daños a viviendas y
establecimientos comerciales aledaños al inmenso estadio
en que se jugó el partido. La cercanía a un
estadio de primer nivel que pudo ser beneficiosa para los
vecinos se ha convertido en una maldición, gracias a
algunas barras que lejos de aplaudir a su equipo, lo que hacen
es perturbar la tranquilidad pública y perpetrar
infinidad de delitos. Con los actos violentos y vandálicos
a los que nos referimos, se cometen actos considerados como
delitos en nuestro Código Penal, el cual señala
las penas para los infractores. Los delitos a los que nos
referimos son de lesiones, violación de domicilios,
delitos contra el patrimonio como hurto y robo, delitos contra
la tranquilidad pública y daños. Para enfrentar
la ola delictiva a la que nos hemos referido, se requieren
acciones desde diversas direcciones. La primera es la acción
de los clubes deportivos que deberían expulsar de su
institución a quienes incurren en los enfrentamientos. La
segunda es desde el Congreso que para el caso del delito de
daños debería determinar como pena complementaria
a la de carcelería, la reparación de los daños
con trabajo comunitario y sin perjuicio de la correspondiente
indemnización, sometiendo a los castigados a la
exposición pública para su vergüenza. La
tercera es desde el Ministerio Público y Poder Judicial,
activando juzgados de flagrancia, que es una de las más
novedosas creaciones gracias a la determinación del
actual presidente de la Corte Suprema, lo que hará que
los enjuiciamientos sean inmediatos y rápidos. La
cuarta es desde la Policía Nacional, que para ciertos
partidos que pueden presagiar desmanes, aumenten el número
de efectivos que realicen acción disuasoria y que, de
producirse actos de violencia, ubiquen y arresten a los
infractores en flagrancia para que de inmediato puedan ser
denunciados y procesados. No está demás señalar
que es muy importante la educación desde el hogar, en que
los padres tienen responsabilidades para enseñar a sus
hijos a respetar las reglas de convivencia pacífica,
concurrir a los estadios para estimular a los equipos de los que
son hinchas, pero sin acciones reñidas con la ley y los
estándares de buena conducta. Los clubes que tratan de
incrementar sus barras o hinchadas tienen también la
obligación de hacer tarea educativa. Cuando hay actos de
violencia no pueden hacerse los desentendidos, deben enfrentar
el problema y hacer docencia para que los hechos desdorosos, que
en estos casos son delincuenciales, no se vuelvan a
repetir. Como vemos hay acciones que tomar, pero hay que
hacerlo ya, antes de tener la repetición de los
vergonzosos y repudiables actos a los que nos referimos.
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